Aún después de sus palabras era difícil ir a cada reunión a las que me invitaba, en parte, porque sabía que a Leonardo le era una situación incómoda.
Por otra parte, Camila tenía razón, me estaba negando a la posibilidad de ser feliz con alguien que no fuera ella, había conocido a una chica de lo más hermosa, su nombre, Evangeline, un nombre muy poco común, creo que nunca lo había escuchado, pero me encanta, es la mujer que me complementa a la perfección.
Mi teléfono sonó, la mujer a mi lado comenzó a despertarse, no deseaba hacerlo, así que salí de la habitación para contestar la llamada.
_ Aló. – dije.
_ Hola, Salvatore. – era la voz de Leonardo. – Antes de que cuelgues, quiero hacerte la invitación a comer a mi casa, hoy. – mencionó nuevamente. Hace meses que las rechazo, solo por cobardía, es más, siempre me invitaba Camila, me sorprende que Leonardo lo haga esta vez, pensé que me veía cómo un rival, pero no era así.
_ Lo pensaré. – mencioné.
_ A Camila le agradaría tenerte con nosotros, recuerda que ya eres parte de la familia. – mencionó él. – Y es mi manera para agradecerte por todo lo que hiciste por nosotros. – agregó.
_ Está bien, ¿Puedo llevar compañía? – mencioné cuando vi a Evangeline saliendo de la habitación con su sonrisa que me llena el alma.
_ Claro que sí. – mencionó dando una pequeña risa. – Ahora te dejo, iré a preparar el desayuno para la familia, ya sabrás lo que eso significa. – agregó.
_ Está bien, nos vemos. – mencioné sonriendo.
No podía creer que volvería a ver a la mujer que despertó esta parte de mí que nunca pensé tener, ¿Qué pasaría? Llevaría a Evangeline conmigo, pero no quería que se sintiera incómoda si algo pasaba.
_ ¿Quieres que me vaya? – mencionó la mujer a mi lado. Negué con mi cabeza y sonreí levantándome para ir donde ella.
_ No, no quiero que te vayas, quiero que me acompañes. – mencioné sonriendo y besando sus labios. – Creo que debemos ir a hacer unas compras al supermercado. – mencioné nuevamente, probablemente si nos quedábamos más tiempo en casa terminaría haciéndola mía, y pues, no quería hacerle un desaire a Camila nuevamente.
_ Sí, tenemos que hacerlo. – mencionó sonriendo y acercándose a besar mis labios con aquella ternura que también le caracterizaba, no podía creer lo que estaba viviendo. – Salvatore, hay algo de lo que debemos hablar y no sé si esté bien que lo diga ahora, porque sé que no lo esperabas y yo menos. – agregó nuevamente.
_ Si me dirás que estás embarazada, ya lo sabía. – mencioné sonriendo, no podía dejar de ser así de directo con Evangeline. – No me molesta en lo absoluto, amor. Daré lo mejor de mí para que ese bebé no crezca en el mismo infierno que yo. – agregué nuevamente.
_ Créeme que es imposible que eso suceda, cariño. – mencionó ella volviendo a besar mis labios y es que era imposible que no nos pasara, pues vivíamos haciendo el amor de maneras inimaginables.
Horas después.
Ya habíamos llegado a la casa de Leonardo y Camila, sus hijos eran maravillosos, ya veía a mi retoño corriendo junto a ellos, pues cómo Camila lo dijo, ya éramos familia, el cariño no se iba a terminar por un malentendido.
Bebía una cerveza junto a Leonardo cuando se acercaron sus hijos.
_ Mamá y papá dijeron que tú eras un héroe. – mencionó el pequeño Luis, creo que se llamaba, esa manía que tiene la familia de Leonardo con la “L” en los nombres.
_ Digamos que soy algo similar a uno. – respondí sonriendo mientras lo tomaba en mis brazos y Leo tomaba a su pequeña hija, en estos momentos no sabía si deseaba tener un niño o una niña, pero estaba completamente seguro que mi mundo cambiaría nuevamente, ya una vez lo hizo cuando conocí a Camila, ahora cuando tenga a mi hijo entre mis brazos.
Camila se acercó a nosotros junto a Evangeline, creo que se habían hecho buenas amigas y eso era aún mejor de lo que esperaba, no se sentía la incomodidad que creí se sentiría, nunca había sentido mi pecho con tanta alegría y es que creo se me desbordaba por el rostro.
Nos dio a todos la noticia de que estaba embarazada, luego de Leonardo fue mi turno de felicitarla, y no pude evitar acercarme a mi novia y comentarles a todos que nosotros también seríamos padres.
¿Quién lo diría? Podemos ser felices con tan poco, pero a la vez no nos damos cuenta de ello hasta que llega alguien que nos hace descubrirlo, nos negamos a ser felices por miedo a revivir malos momentos y experiencias.
Agradezco a la vida el poner a Camila en mi camino, sin ella hubiese sido imposible darme cuenta de este lado que tenía oculto, nunca hubiera conocido al amor de mi vida, nunca hubiera tenido la oportunidad de convertirme en padre y vivir tan linda experiencia.