Capítulo 79
1835palabras
2022-10-08 00:02
Adriana
“¡Listo!” Emily exclamó cuando terminó de maquillarme. Me paré frente al espejo sintiéndome un poco torpe, ya que nunca me maquillaba tanto, y al ver mi reflejo, me quedé atónita. Me veía s*xy. Sé que es un poco extraño que esté diciendo eso de mí misma, pero así me sentía. Me veía muy s*xy y no podía dejar de verme en el espejo. El vestido negro sin mangas que había escogido para esta noche se ceñía a mi cuerpo como si fuera mi propia piel, sacando a relucir mis curvas. Reprimí una sonrisa al darme cuenta de lo hermosa que me veía. No me había sentido tan bien hacía mucho tiempo. Si bien era cierto, ya me había puesto este atuendo antes, esta noche era diferente. Nunca me había sentido tan bonita en toda mi vida. “Como vamos a estar en la casa no necesitamos ponernos tacones altos”, Emily dijo, guiñándome un ojo. Abrió la puerta y me encogí al escuchar la música a todo volumen. Suspiré y me mordí el labio inferior sin poder hacer nada más que entrar en la habitación y tratar de pasar un buen rato. “¿Qué pasó con Danny? ¿Dónde está?” Pregunté. “Pensé que nos iba a regañar por…” En ese mismo momento, Danny apareció frente a nosotras, como si hubiera sabido que estábamos hablando de él, y me fulminó con la mirada, haciendo que un escalofrío recorra mi espalda. “Demonios, ¿tú hiciste todo esto?” Preguntó en voz alta señalando la puerta del comedor, que estaba abierta de par en par. Me quedé en silencio por un momento y miré a Emily, quien me devolvió la mirada y se encogió de hombros. “Es solo una pequeña fiesta”, dije, acercándome a él. “Relájate”. Danny frunció el ceño, molesto, y negó con la cabeza. “Nada de fiestas”, anunció. “Se acabó. No va a haber ninguna fiesta”. Lo agarré del brazo para intentar convencerlo con una mirada suplicante, sin embargo, Danny solo resopló. “Por favor, solo por esta vez”, dije. “Te prometo que no nos emborracharemos ni haremos nada malo. Solo será por un rato, Danny. Además, hay algunas chicas lindas que quieren ligar contigo, así que tal vez…” “Está bien”, Danny afirmó. Al parecer, la idea de quedarse en la mansión mientras los demás se divertían tampoco le gustaba mucho. A mi lado, Emily soltó una risa al ver que Danny cambiaba de parecer con tanta facilidad. “Los chicos estos días pierden la cabeza con tan solo escuchar la palabra ligar”, murmuró. “¿Hablas en serio?” Pregunté, un poco nerviosa al pensar que Danny la había escuchado. “Sí, pero no vas a beber”, Danny me advirtió. Solté un ligero suspiro de alivio. Al parecer no la había escuchado. “Y tenemos que dejar todo limpio antes de que Draven vuelva”. Asentí con la cabeza y le sonreí. Sin embargo, cuando volteé para irme, agarró mi muñeca y me acercó a él. “Quiero que sepas que la única razón por la que acepté hacer esto es porque tengo mucha hambre”, agregó en voz baja. “Así que apenas termine de alimentarme, la fiesta terminará. ¿Está claro?” Sus ojos se oscurecieron un poco y tragué saliva, asintiendo mientras lo vi mirarme de pies a cabeza. Mi corazón empezó a latir muy rápido bajo su mirada penetrante. “Lástima que no pueda alimentarme de ti”, agregó. Se acercó más a mí e inhaló profundamente cuando su nariz estuvo a un centímetro de mi cuello. El gesto me hizo estremecer e hice una mueca de asco antes de apartarlo de mí, aprovechando para salir a toda prisa de la habitación. Qué asco. Al entrar al comedor, donde estaba la fiesta, vi que ya estaba en todo su esplendor. Había demasiada gente, incluso para mis estándares, y todos bailaban y se divertían. Algunos estaban besándose y había gente bailando sobre la mesa. Era una locura. Aun así, no los podía culpar. A fin de cuentas, esta era la mansión de los Ardeleans. Los habíamos invitado para que vinieran a una mansión llena de vampiros sedientos de sangre. Mi corazón dio un vuelco ante la idea de que Draven se enterara de la fiesta. Pero no había manera de que pudiera hacerlo; él estaba divirtiéndose en la playa con Lianna y los demás, y como Danny había dicho, tendríamos que limpiar el desastre antes de que él regrese. Esperaba no estar tan borracha para ese entonces. De todos modos, no era momento para preocuparse por Draven o por lo que pensara. Él tenía cosas más importantes en qué pensar, o, mejor dicho, tenía una persona más importante en qué pensar, así que dudaba que a él le importara si hacíamos una fiesta aquí. Pasé al lado de un grupo de parejas borrachas y caminé hacia la pista de baile. Emily me saludó con la mano cuando la vi entre la gente y me acerqué a ella. “Por Dios, Emily, ¿no crees que invitaste a demasiadas personas?” Pregunté. “¿Estás bromeando?” Emily dijo. “Esto es lo normal. Es una fiesta, Adriana. ¿Piensas pasártela deprimida o vas a bailar y divertirte? Porque sabes bien que eso es lo mismo que Draven y Lianna están haciendo ahora”. Apenas terminó de decir esto, Emily puso sus brazos alrededor de un chico que había pasado por ahí y empezó a bailar con él. Me mordí el labio inferior al verlos tan juntos y decidí ir a la mesa de bebidas. ¿Así era como Draven y Lianna estaban bailando? Bailar tan pegados implicaba tocarse y tocarse implicaba besarse y besarse implicaba… No. No podía pensar en esas cosas. Sacudí la cabeza, intentando alejar esos pensamientos que solo me ponían furiosa. Se suponía que esta noche era para divertirme, no para pensar en lo que Draven y Lianna estaban haciendo. No obstante, me moría por saber qué estaban haciendo en la playa, sentía que me moriría de la curiosidad. ¿Y si Draven se emborrachaba y la besaba? ¿Y si volvía a sentir algo por ella? Pues eso no me sorprendería. Sacudí la cabeza una vez más y corrí escaleras arriba. Al caminar por el pasillo casi me atraganto con mi propia saliva cuando vi a una pareja besándose. La mano del chico estaba dentro de la falta de la chica y escuché que ella dejaba escapar un gemido. Abrí la puerta de la habitación de Danny y mis ojos se abrieron al verlo. Estaba sin camisa y tenía el cabello a un lado, despeinado. Levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron, debajo de él, la chica con la que había estado besándose solo tenía puesta su ropa interior. De inmediato, me sonrojé por la vergüenza. “¿Qué demonios estás haciendo aquí, Adriana?” Me preguntó, indignado, abrochándose el pantalón mientras caminaba hacia él. No podía verlo semidesnudo por un segundo más, así que clavé mi mirada al suelo. “Yo… perdón. No pensé que estabas ocupado”, dije con voz entrecortada. “¿Puedes prestarme tu teléfono, por favor? Quiero llamar a Draven”. “¿Estás…?” Empezó a preguntar, pero pareció darse cuenta de algo y volteó a mirar a la chica, que lo miraba confundida. Danny agarró mi antebrazo y me llevó a un lado. “¿Estás loca?” Preguntó. A pesar de que estaba hablando en voz baja, se veía muy molesto. “Él nos matará si escucha la bulla. No puede enterarse que…” “Lo sé”, lo interrumpí. “Relájate. Solo quiero preguntarle qué está haciendo. Eso es todo. Será una llamada rápida y me aseguraré de ir a un lugar en el que no se escuche la música. Puedo llamarlo desde aquí, si quieres”. Con cada palabra que decía, mi voz se volvía más y más desesperada. A juzgar por la manera en la que Danny me estaba sonriendo, lo más probable era que él también lo haya notado. “Por casualidad…. ¿estás celosa?” Preguntó arqueando las cejas. “O tal vez tienes miedo de lo que pueda pasar entre él y Lianna”. Había dado directo en el clavo y, aun así, resoplé, fingiendo que no era como pensaba. No obstante, Danny no se creyó el acto y terminé sonrojándome. “No estoy celosa ni tengo miedo”, dije. Vi que Danny me iba a responder, pero la chica con la que había estado se aclaró la garganta y lo interrumpió. “Dame un minuto, cariño”, Danny le dijo con dulzura. Luego sacó su teléfono y empezó a buscar entre sus contactos. “Te quiero fuera de esta habitación en cinco minutos. No te demores mucho en hablar con él”. Lo vi apretar un botón y me entregó el teléfono. Mi corazón latía a mil por hora mientras ponía el teléfono contra mi oído. “¿Hola?” Draven contestó. Contuve la respiración al escuchar su voz. “Hola, soy yo”, dije. “¿Adriana?” Preguntó. “¿Por qué me estás llamando desde el teléfono de Danny? ¿Pasó algo?” Se escuchaba un poco preocupado y mi corazón dio un vuelco. No sabía si debía estar molesta o aliviada de que estuviera preocupado por mí. “No pasó nada”, respondí. “Solo me preguntaba cómo estaban. ¿Qué tal la fiesta?” Pregunté en un tono casual. “Bien, supongo, ¿por qué preguntas?” Mientras más hablaba, más cortas se hacían sus respuestas, era como si no quisiera hablar conmigo. De pronto, escuché una voz familiar que me dejó helada. “D, vamos a bailar, nos estábamos divirtiendo mucho…” Era Lianna. Escucharla tan cerca de Draven me hacía hervir la sangre, y me mordí el labio por la frustración y el enojo. “¿Puedes esperar un…?” Draven le dijo, pero lo interrumpí. “Draven, ¿puedes venir ahora?” Pregunté. “No quiero que estés ahí. Quiero que estés aquí conmigo”. Sabía que sonaba como una niña mimada y desesperada y, aun así, no pude evitarlo. Sabía cómo terminaban las fiestas de los vampiros. La gente se emborrachaba y empezaban las sesiones de besos interminable para, eventualmente, terminar haciendo cosas de las que se arrepentirían a la mañana siguiente. Sin embargo, no creía que Draven se arrepentiría de hacer algo más con Lianna. Después de todo, ella había sido su primer amor. Su amor verdadero. “¿Por qué quieres que vaya?” Draven preguntó. “¿Estás bien? ¿Dónde está Danny?” “Danny está aquí, pero…” respondí. “Entonces estás a salvo, no tienes nada de qué preocuparte”, Draven me interrumpió. “Confía en mí y quédate con él, Adriana. Solo estoy tratando de cuidarte.” “¿Tratando de cuidarme? Me has dejado aquí, sola”. Escuché que Draven resoplaba al otro lado de la línea y luego escuché que Lianna insistía en que vuelvan a bailar. “D, por favor, ya ven…” le dijo. ¿Estaba borracha? Genial, entonces pronto empezarían a besarse. “Así no son las cosas, muñeca, ya te lo expliqué”, Draven respondió. “No me hagas repetir lo mismo tantas veces. Sabes que odio eso”. Sus palabras me pusieron los nervios de punta. ¿Por qué no solo me decía que quería seguir bailando con Lianna? “Claro, porque ella necesita estar más protegida que yo, ¿verdad?” Dije, indignada. “¿Qué hay de mí? Ella ya es un vampiro, Draven, yo soy la que necesita protección, no ella”. Draven se quedó en silencio al oír esto y me mordí el labio inferior. Estaba muy enojada.