Capítulo 54
1035palabras
2022-12-14 00:01
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El punto de vista de Stella.
Nunca pensé que Tyler pudiera ser tan rico. Me quedé maravillada al ver su casa de tres pisos, pintada de blanco y de amarillo como el oro. Empero, abrí los ojos, asombrada, cuando finalmente entramos. El interior y el mobiliario se veían elegantísimos, lujosos y extremadamente caros.

Me sentí empequeñecer mientras mis ojos recorrían su mansión y me decían cuán pobre yo era. Durante el tiempo que permanecí en la sala, sentí que los pies se me entumecieron, y que se resistían a moverse.
Él me dijo que no hablara, y entrelazó sus dedos con los míos mientras subíamos las escaleras, probablemente para dirigirnos a su habitación.
Había cuadros colgados en la pared, algunos de los cuales eran fotos de cuando él era un niño, haciendo castillos de arena con una niña. El cabello castaño claro de ella difería del de Tyler, que era castaño oscuro, y lo tenía recogido en coletas; vestía un traje de baño de colores chillones: amarillo y rosado.
Yo no sabía que él tenía una hermana menor. Mientras íbamos por el pasillo, examiné detenidamente las fotos y, en algunas, aparecían los dos jugando en el mar, saltando de un bote y jugando al ajedrez en la habitación de él. Ella debe de ser inteligente, pero, ¿por qué él no lo era?
¿Qué edad tenía su hermana? ¿Quizás 15? Debe de estar en la secundaria, pero nunca lo he visto hablando con una chica de esa edad. ¿Será que, a lo mejor, no iban a la misma escuela?
Corrí el dedo por los marcos de las fotos y me fijé en una de quien debe de haber sido su padre, un hombre alto, fornido y guapo, vestido en un traje de ceremonia. Aparecía con el pequeño Tyler sentado sobre sus anchos hombros y con la pequeña en sus brazos.

Había una mujer, de pie junto a él, que parecía ser parte de la familia. Su cabello se parecía al de la hermana de Tyler, y besaba a su esposo en la mejilla. Era la mamá de Tyler.
Se veían impecables.
Sentí una lágrima salir. Extrañaba a mi familia. ¡Ojalá estuvieran vivos!
Me sequé las lágrimas enseguida, en el momento en que Tyler me haló y entramos a su habitación.

"Tienes una bonita familia", susurré y sonrió, al tiempo que cerraba la puerta.
Permanecí de pie, detrás de la puerta, y lo vi ir hacia la cama y sentarse. Cuando levantó la vista y clavó sus ojos en los míos, bajé la vista. ¿Qué iba a hacer? ¿Dónde iba a dormir?
"¿Qué haces allí todavía?", preguntó y casi me hizo saltar. "Ven acá".
Tragué saliva cuando dio unas palmaditas en la cama, justo en el punto al lado de donde estaba sentado. Me encaminé lentamente hacia el lugar y tomé asiento.
Estábamos allí sentados, incómodos, pero después de unos segundos abrió la boca nuevamente para preguntarme si quería tomar una ducha. Y agregó: “Puedes ponerte mi ropa. Incluso, mi ropa interior", dijo rascándose la nuca.
Mi sonrojo fue tal que, faltó poco para que me tapara la cara con las manos. Lo miré, insegura y ensimismada. ¿Estaba haciendo lo correcto quedándome aquí?
“Puedes dormir aquí en mi cama. Dormiré en el sofá", dijo, poniéndose de pie y dirigiéndose al armario. Lo observé mientras sacaba una camisa negra, un bóxer y una toalla blanca limpia, que luego me entregó.
"Gracias. Yo…”. Hice una pausa, vacilante. "Gracias", repetí, con sinceridad.
Él asintió.
Me paré de la cama y fui hasta la puerta que quedaba en el ángulo derecho, donde creía que estaba el baño.
Tomé una ducha rápida y me puse la ropa que me prestó y, cuando salí, él estaba acostado, solamente cubierto por el bóxer, y jugando en su teléfono. Tenía el pelo mojado, tal vez se había bañado en el cuarto de huéspedes.
Tragué en seco cuando mis ojos se detuvieron en su paquete. Sentí que el rostro se me encendía, al recordar la vez que lo toqué, a Tyler, y lo hice... venirse.
“Mi camisa te queda bien”, dijo en voz baja.
"Gracias".
Me dijo que fuera adonde él estaba.
Fui a él, titubeante. Se sentó a los pies de la cama, puso su teléfono en la mesita de noche y me haló para su lado.
En cuanto mi trasero hizo contacto con la cama, me miró y se echó un poco para atrás. Sus ojos se centraron en mi cara y me acechaban, con agudeza y de manera sutil. Me tocó la cara delicadamente y me acarició los labios con el pulgar.
"¡Eres tan bella!", dijo, ahora con la voz ronca por el deseo, por la lujuria.
Cerré los ojos al sentir sus besos suaves y cálidos, que me anestesiaron lentamente e hicieron que mi mundo se detuviera. Contuve la respiración y le devolví el beso.
Su beso fue tan adictivo y la sensación que me transmitió fue tan placenteramente deliciosa, que no quería que terminara. El olor del jabón mentolado, mezclado con su puro aroma masculino, se colaba por mis fosas nasales. Lo sentí acercarse, hasta que estuvimos pecho con pecho, y sus manos exploraron la sinuosidad de mi espalda con sus suaves caricias.
Mi mano se deslizó hasta su cuello mientras lo atraía, y sentí su sonrisa sobre mis labios. Todo lo que quería era sentirlo... por completo.
Tiró de mí para sentarme en su regazo, sin disolver el beso. Sus manos recorrieron mi espalda, al tiempo que le envolvía el cuello con mis brazos y me ponía encima de él, sacándole un gemido.
Cuando me mordió suavemente el labio inferior, dejé escapar un pequeño suspiro, y él aprovechó esa oportunidad para introducir su lengua en mi boca, tanteando. Luego, con las manos por debajo de mi camisa, recorrió la piel de mi espalda desnuda, electrizándome las vértebras. Y, de repente, se apartó, lo que me hizo fruncir el entrecejo. "Cariño, espera", dijo jadeando. "Ni siquiera entendí tu nombre".
Llámame Red.
Sonrió. "Soy Tyler".
No le devolví la sonrisa ni le dije que ya sabía quién era. Con mi cabellera torcida alrededor de su cuello, tiré de él nuevamente y lo besé intensa y apasionadamente.
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