El punto de vista de Stella.
"Cheol, mi hermano... Por favor, ayuda a mi hermano", supliqué y volví a llorar otra vez.
"¿Hermano?", me preguntó. Él no tenía ni idea de la existencia de mi hermanastro.
Asentí con la cabeza y le expliqué: "Necesita una cirugía para su corazón. Yo tengo dinero, Cheol. Por favor ayuda a mi hermano".
"Está bien, descuida. Nosotros cuidaremos de él. Pero ahora tienes que descansar y recuperarte pronto para que puedas ir a visitarlo".
"Confío en ti", le dije mirándolo a los ojos.
"Cuenta con ello", respondió él con una sonrisa.
"¿Qué tal si te damos algo para la fiebre y el dolor?", el Dr. Kim interrumpió mientras me alcanzaba lo que parecía un frasco naranja. De él sacó una pequeña tableta blanca y se la pasó a Cheol, quien agarró el vaso de agua y me lo entregó.
Luego, sostuvo la tableta cerca de mis labios. Me sonrojé por el gesto y abrí mi boca lo suficiente para que la pusiera en mi lengua. "Gracias", le dije luego de pasarla con agua.
"Bueno, me voy a casa", se despidió el Dr. Kim. "Te veré de nuevo mañana, Stella".
Asentí y luego le agradecí por sus cuidados. Cuando el Dr. Kim se fue, me recosté en la cabecera y observé a Cheol que estaba colocando mis medicamentos en la mesa auxiliar. Al parecer, solo me tomó como quince minutos para empezar a tener sueño.
“Deberías descansar un poco”, murmuró Cheol antes de darse la vuelta para poder retirarse.
De inmediato, jalé la manga de su camisa como una niña. No sé por qué lo hice, pero quería que se quedara y que no me dejara sola. Si Tyler estuviera aquí...
Cheol me ayudó a acostarme antes de echarse a mi lado. Estaba empezando a quedarme dormida cuando sentí un brazo alrededor de mi cintura y unos pequeños besos siendo plantados en mis hombros.
"Cheol...", lo llamé con un susurro y él tarareó en respuesta. "No me dejes", le dije.
"No lo haré, Stella. No te dejaré".
Después de un tiempo, me desperté al escuchar a lo lejos voces que parecían venir del piso de abajo. Cheol ya no estaba en la cama conmigo, pero a juzgar por el calor que aún persistía en las sábanas, se había ido hace poco.
Mi cuerpo estaba un poco rígido, no quería moverse. Sin embargo, sabía que si me quedaba aquí, me volvería loca si seguía escuchando a mis propios pensamientos.
En cuanto me levanté, gemí. El dolor que sentía no era tan fuerte como antes, pero aún estaba presente al moverme e incluso al respirar. Asumí que el analgésico todavía tenía efecto en mí, ya que el nivel era tolerable.
De pronto, me vi como un ternero recién nacido que trataba de ponerse de pie por primera vez. Me recosté en la cabecera de la cama, y recorrí la habitación con la mirada. Fue entonces que descubrí que esta no era la que me asignaron en un principio.
'¿Podría ser el dormitorio de Cheol?', me pregunté. Luego recordé que traje mi mochila, pero no sabía dónde estaba. Apoyé mi mano en la pared blanca, para poder dirigirme hacia la puerta que estaba entreabierta.
En cuanto salí, caminé por el pasillo con la idea de ir a mi habitación para buscar mi bolso, pero las voces que escuché venir de abajo me parecieron familiares, así que me sostuve en el balaustre para poder mirar quiénes eran.
Vi que Cheol estaba hablando con Vince, quien parecía muy sorprendido. Sus ojos se abrieron como platos al verme.
"¡Stella!". Mi respiración se detuvo al escucharlo. "Stella, ¿eres tú?", preguntó mientras subía las escaleras, dirigiéndose hacia donde yo estaba. Se movió tan rápido que me sentí un poco ofuscada, por lo que retrocedí un par de pasos.
Me asusté un poco y, sin pensar en lo que estaba haciendo, me deslice hacia el suelo.
"Vince", la voz tranquila y profunda de Cheol me calmó. "Te estás moviendo demasiado rápido".
Cuando escuché que unos pasos se detuvieron frente a mí, ni me molesté en mirar hacia arriba. "Soy solo yo, Stella", susurró Cheol agachándose a mi nivel. De pronto, sentí sus brazos pasar por debajo de mis piernas y alrededor de mi cuerpo para recogerme de donde estaba y llevarme de vuelta a su habitación.
"Todo está bien. Él es tu amigo, no te hará daño".
"¿Qué esta haciendo él aquí?", pregunté.
Parece que mi pregunta lo sorprendió. "Contraté a un investigador privado, Daniel, quien descubrió que Vince era tu amigo. Luego de ello habló con él y estaba tan preocupado por ti que vino a ver cómo estabas. Apenas he podido deshacerme de él".
"Es mi amigo, pero no sabe que estaba escondiendo...".
"¿Tu verdadera identidad? ¿Por qué?".
Miré hacia otro lado cuando lo escuché, y en vez de contestar pregunté: "¿Qué más descubrió Daniel? ¿Qué sabes?", mi voz era baja, casi un susurro. Tenía miedo de su respuesta. Él no me había hecho preguntas o pedido explicaciones.
"Casi todo", respondió con calma.
Sus palabras me afectaron tanto que no pude evitar romper en llanto. Lloré y sollocé hasta que pensé que ya no me quedaban más lágrimas.
Por su parte, Cheol se sentó a mi lado, apartando el cabello de mi rostro de vez en cuando. Hizo lo posible para calmarme, murmurando palabras tranquilizadoras y dejando que me apoyara en él.