Jaden sabía sobre esto, pero quería proteger a Madison, así que no debió haberle dicho a Victoria. Como era de esperar, la otra mujer se puso terriblemente pálida, seguramente no esperaba que la acusara.
Me burlé en silencio. Si ella no me hubiera presionado tanto, nunca lo hubiera hecho. Había hecho que Victoria viniera hasta aquí, entonces teníamos que hacer que su tiempo no fuera desperdiciado.
—¿Estás loca? ¡Este es tu hijo! ¡Madre desnaturalizada! —gritó fuera de sus casillas la señora mientras le tiraba el cenicero encima. Madison no lo esquivó y le chocó en la frente haciéndole una herida enorme. La sangre comenzó a caer a borbotones y el niño no dejaba de llorar desconsolado.
—¿Qué están haciendo?
La voz de Jayden resonó desde la entrada a la sala de estar y cuando me di la vuelta, este estaba sorprendido con un juguete en la mano. Podía ver que realmente se esforzaba por ser un buen padre. Seguramente quería recuperar el tiempo perdido en esos cuatro años.
—¡Si todavía me tienes alguna estima, no te casarás con Madison nunca! —rugió Victoria, pero le hombre no se amedrentó.
—No tienes ningún derecho para prohibirme nada.
Algo había pasado entre los dos. Solía pensar que simplemente no se llevaban bien, pero al parecer era algo más serio. La mujer se levantó sin dar su brazo a torcer.
—Sí, sé que nunca debía haber interferido en tu relación con...
—¡Mamá!
Los ojos del hombre podrían haber cortado el diamante más duro de lo fríos que lucían.
—No quiero que me vuelvas a molestar con tus problemas entonces. Encárgate de tu vida —zanjó Victoria, fulminando con la mirada a Madison. Luego de que se fuera, Jayden se le acercó para revisarle la frente.
—¿Por qué estás sangrando? —le preguntó con suavidad.
—Estoy bien —susurró la mujer con lágrimas en los ojos y temblando como una hoja. Obviamente no le iba a admitir lo que había hecho de nuevo. Al menos ahora sabía que no me iba a dejar intimidar como antes.
Jayden sacó el botiquín de primeros auxilios y comenzó a curarle la herida. La escena me estrujó el corazón.
Tenía un poco de hambre, así que me di la vuelta y fui a la cocina para comer el desayuno que Jasmine me había dejado. Me senté en la mesa con el plato.
—¿Te quemaste la muñeca? —me preguntó la joven ni bien me vio. La miré con extrañeza y recién me di cuenta de que tenía la muñeca toda roja. Recordando lo que había visto en la sala, me entristecí mucho más.
—¿Tenemos algo con que curarme? —le pregunté riéndome de mí misma.
—Sí, ahora se lo traigo —me dijo antes de irse. Ni bien terminamos de curarme, escuchamos las risas de Lucas provenir de la sala de estar.
No pude evitar acariciar mi vientre pensando en si mi hijo sería tan amado por Jayden como Lucas. Regresé a mi habitación con el corazón pesado. Todavía no había descubierto nada sobre la muerte de mi madre y seguía metiéndome en problemas a cada rato.
Saqué el teléfono para llamar al número de nuevo. Era algo que hacía todos los días, pero hasta ahora nunca había obtenido respuesta. Dejé el teléfono a un lado después de que nadie contestara y me disponía a seguir con mis cosas cuando comenzó a vibrar de la nada.
Se me paró el corazón, pero rápidamente me di cuenta de que era mi tía la que me estaba llamando.
—Mia, ¿tu abuelo me ha dicho que estás de nuevo en Plotin?
—Sí, tía, regresé hace unos días —le respondí mientras me acercaba a la ventana. El otro extremo del teléfono se quedó en silencio durante unos segundos como si tuviera algo difícil que decirme. Tomé la iniciativa de preguntar—. ¿Qué pasa, tía? Dímelo.
—Tu prima no pudo ingresar a la universidad, el trabajo que tiene no es muy bueno. ¿Crees que le puedas recomendar algún lugar?
Cuando mi madre falleció, mi tía había sido quien me había ayudado con todos los preparativos. Tenía que ayudarla en lo que pudiera.
—¿Le gustaría trabajar con el grupo Clinton? —le pregunté después de considerarlo.
—Es una buena empresa, por supuesto, pero no sé si tu padre lo acepte...
Sabía que mi padre nunca había tenido una buena relación con nadie de la familia de mi madre, en especial, después de nuestra pelea.
—No te preocupes, tía, si mi prima está de acuerdo, que me vea mañana en la mañana en la oficina del grupo. La estaré esperando.
La única condición que le había pedido a mi padre cuando le había dado el dinero era que me devolviera las participaciones de mi madre. Así que ahora que las tenía, podía decidir sobre el futuro de la empresa que también era el legado de mi madre.
—Ella está aquí conmigo y me ha dicho que está de acuerdo.
—Está bien, nos vemos mañana —le respondí mientras me apoyaba sobre la ventana. Colgué y pensé en llamar a mi padre para preguntarle por alguna vacante disponible cuando la puerta de mi cuarto se abrió de golpe.
Jayden me estaba mirando con seriedad. ¿Quería gritarme por lo que le había dicho a Victoria?
—¿Qué pasa? —le pregunté con impaciencia.
—¿Cuál es la relación que tienen? —me preguntó mostrándome una foto de cuando me había caído en medio de la pista y Brandon me había cargado en brazos.
—¿Cómo conseguiste esta foto? —le pregunté, extrañada.
—No me interrumpas. ¿Cuál es tu relación con él?
—No es asunto tuyo —le dije con indiferencia. Obviamente no teníamos ninguna relación porque éramos dos completos extraños.
—Repítelo —me dijo fulminándome con la mirada. Levanté el mentón y lo enfrenté con decisión.
—Dije que no es asunto...
De repente, me besó con pasión como si quisiera quitarme el aire. Me tuve que echar contra la ventana y cuando traté de resistirme, me agarró las manos y las puso sobre mi cabeza. Continuó asaltando mi boca sin piedad mientras su mano comenzaba a explorar mi cuerpo hasta posarse sobre mi pecho. Quería decirle que parara, pero mis piernas se habían vuelto de mantequilla.
¿Por qué me estaba besando? En la mañana había defendido a Madison a capa y espada, ¿y ahora venía a besarme? ¿Acaso creía que podía jugar conmigo?