Capítulo 39
1022palabras
2024-02-28 05:55
Capítulo Treinta y ocho
El Castillo de Wewelsburg
―Todavía me debes muchas respuestas ―le recriminé.

―Sí y supongo que se nos agotaron todos los temas triviales de conversación y ahora solo queda que preguntes.
―Ni siquiera sé por dónde empezar.
―Si quieres te puedo ayudar contándote hacia dónde nos dirigimos ―replicó logrando atraer mi atención hacia donde él quería.
―¿A dónde vamos?
―A Wewelsburg, un lugar que tengo la impresión te va a encantar. Es un castillo que data del año 1123 y es famoso porque en 1934 lo adquirió Heinrich Himmler, ¿sabes quién fue?
―Tengo una vaga idea ―murmuré avergonzada.

―Fue el líder de las Szhutz Staffel, las tropas de protección de Hitler. Era considerado el segundo hombre más importante del Tercer Reich. Obtuvo el castillo para entrenar allí a los integrantes de las SS y comenzó a construir algunas habitaciones, pero la obra fue abandonada; luego el castillo se reformó. Pero lo más importante es lo que no se ve, oculto debajo de Wewelsburg están los «Archivos Secretos de la Historia» ―susurró para darle un significado especial a las últimas palabras. Mi rostro debió delatar mi intriga porque no hizo falta que preguntara para obtener una respuesta―. Allí se encuentran relatadas aquellas cosas que solo los inmortales sabemos y hemos decidido ocultar para proteger a los nuestros. Es una enorme biblioteca que contiene todo lo referente a seres inmortales importantes de la historia, cómo se inició el vampirismo y magia muy antigua. Son los archivos de los verdaderos acontecimientos históricos más importantes.
―¿Te refieres a las intervenciones de los tuyos historia a lo largo de los tiempos?
―Así es. Te asombrarías de la cantidad de vampiros que han sido famosos o conocidos por sus actos a lo largo de la humanidad, sin que los mortales siquiera lo sospechen. Sin ir más lejos, ayer estuviste con varios personajes históricos.
―¿En la reunión?

―Usan sus nombres originales, por eso tal vez no los hayas reconocido, pero si te digo cómo pasaron a ser conocidos seguro sabrás de quiénes hablo. ―Esbozó una sonrisa sensual que me dejó atontada por unos segundos.
―Bien, dime ―insistí ansiosa.
―El que estaba sentado a mi lado, el de mirada hostil, Ethele, fue muy famoso porque tuvo uno de los mejores ejércitos de la antigüedad, todo el mundo le temió en su época y pasó a la historia con el nombre de Atila, ¿te suena?
―¿Ese era Atila? ―pregunté atónita. Aún recordaba la aterradora mirada de aquel vampiro y de pronto recordé que se lo conocía como «el azote de Dios». Me pareció que el apodo le iba a la perfección.
―Sí, no es de los más simpáticos. Ethele no se ha acostumbrado del todo a los nuevos tiempos, en su opinión deberían volver los reinados y el poder de unos pocos sobre el resto. Por supuesto que «los elegidos» serían los gobernantes. Sentado frente a él estaba Harald Hadrada.
Hice memoria para recordar al enorme vampiro de cabello castaño rojizo, con apariencia intimidante y feroz; alto, musculoso y fuerte como una roca.
―Pasó a la historia como Harald III, el despiadado. Fue rey de Noruega en 1047, un vikingo feroz con muchas ansias de poder. Luego estaba Hernán Cortés, el conquistador de México, se fue siendo mortal de España y volvió como inmortal. José Fouché, un personaje inteligente y hábil que dejó su marca en la Revolución Francesa. Mary Read, la vampiresa de cabellos rojos, fue pirata en su época, una de las más conocidas y respetadas. Flora Tristán fue una importante escritora y activista francesa que luchó por la emancipación de la mujer a mediados de 1800. Grígori Yefímovich, más conocido como Rasputín, el mismo que pasó a la historia por su relación con la familia real rusa.
―Espera ―le corté un poco aturdida por toda aquella información ―¿Ellos eran los que estaban anoche en la reunión? Entonces el que se llamaba Napoleón no será…
―Sí, lo es ―asintió él sonriendo―. Napoleón Bonaparte, uno de los mejores estrategas que ha existido. Cuando él asumió el poder y comenzó a revolucionarse toda Europa, tuvimos que mediar. Fue uno de los pocos casos en que la intervención fue necesaria, por suerte Napoleón entró en razón y decidió desaparecer y renunciar a su sed de poder, cosa que no sucedió en la Segunda Guerra Mundial.
―¿Qué sucedió en la Segunda Guerra? ―pregunté excitada por aquellas revelaciones.
―Como tal vez hayas adivinado, Hitler era uno de los nuestros. Debo admitir que fue uno de los más inteligentes, su reinado hubiera sido completo si no hubiésemos intercedido. Logró engañar a todos al principio, incluso a Alejandro y eso es mucho decir. Su idea de «raza superior» no se debía sólo al hecho de ser de raza aria, sino a ser un inmortal.
―¿Me quieres decir que detrás de la Segunda Guerra Mundial en realidad hubo un intento por destruir la raza humana?
―Exacto. Fue uno de los golpes mejor planeados de la historia y ganó miles de adeptos, tuvimos mucho trabajo al final para deshacernos de ellos.
―¿Los mataron?
―Fue necesario, Hitler no aceptaba tregua de ningún tipo, solo nos quedó el exterminio de sus seguidores.
―Vaya. ―Bajé la mirada, intentaba imaginar todos los acontecimientos en los que la humanidad había estado ante la presencia de inmortales sin darse cuenta―. Me siento como si me hubieran ocultado quién era desde pequeña.
―Sabes lo principal, solo te faltan los detalles.
―¿Y Alejandro? ―pregunté al recordar el atractivo vampiro rubio que imponía su presencia de forma única.
―Alejandro Magno. Uno de los líderes militares más importantes que ha existido y un gran conquistador. Excelente político y muy buen dirigente, es el líder del clan. Lo llamamos «el Duque».
―No puedo creer que estuve en presencia de Alejandro Magno.
El auto comenzó a disminuir la velocidad y entonces lo vi aparecer en el horizonte. Una imponente fortaleza de piedra, a lo alto de una colina y rodeada de árboles. Tres torres unidas por una sólida construcción formaban un triángulo, que le daban un aspecto extraño pero hermoso.
―Increíble, ¿verdad? ―dijo Anthony al ver mi expresión atónita―. Te gustará más cuando lo veas por dentro.