"Señora, aún no lo sabe, ¿verdad? El joven maestro siempre ha dormido en su cama. No se siente cómodo en ningún otro lugar que no sea el dormitorio principal o la cama de la antigua mansión".
Tan pronto como la tía Lan terminó de hablar, Cha escuchó pasos provenientes de las escaleras.
Shenxing apareció al poco tiempo y se sentó frente a ella.
Las ojeras en su rostro eran evidentes signos de su cansancio, pero el traje gris que llevaba ese día le daba un aspecto más enérgico. Era tan guapo que Cha bajó la mirada y se concentró en su desayuno para que no se percatara de sus mejillas sonrojadas.
La tía Lan se acercó a él y le entregó la taza con café. El fuerte aroma añadió un poco de espíritu a la mañana.
Cuando estaba a punto de tomar el mango de porcelana, ella lo detuvo y recogió la leche. Sin decir nada, vertió el líquido en el café: "Ya te dije que no lo bebas. Al menos, acompañalo con leche".
Shenxing la siguió con ojos tranquilos tranquilos, como los de un niño bien educado, sensato y obediente.
Después de servir la leche, Cha se sentó y le entregó una cuchara de metal: "Ahora, revuélvelo".
"Bueno", respondió a la ligera siguiendo sus órdenes.
Después de revolver el líquido, llevó la taza a sus labios y arqueó las cejas ante su sabor.
Sabía bien.
La tía Lan los miró desde un lado con una sonrisa: "El joven maestro núnca me hizo caso. Todas las mañanas tomaba una taza de café. ¡Ni siquiera le importaba si le dolía el estómago!".
¡La joven señora fue la única qué pudo convencerlo!
Los dos desayunaron en silencio y armonía.
De repente, Shenxing abrió la boca y dijo en voz baja: "Llámame si necesitas algo".
"¿Eh?", murmuró confundida.
"Llámame si tienes problemas en el trabajo", aclaró.
"Solo soy una pasante. No creo que me enfrente a algún problema...".
"Núnca sabes lo qué puede pasar".
Cha rodó los ojos y dijo con obstinación: "Si pasa algo, me encargaré del problema yo sola".
"Eso lo espero".
Cha ya entendía el carácter de Shenxing: el hombre siempre andaba con rodeos evitando cualquier problema. Con un suspiró, le dedicó una sonrisa dulce: "Está bien, está bien... Gracias".
"De nada", escupió el otro con indiferencia.
¡Cha apretó la cuchara y se abstuvo de es*rangularlo!
Después del desayuno, el conductor los estaba esperando en la puerta. Shenxing la miró y le hizo un gesto: "Vamos, sube al auto".
"No, tomaré un taxi", respondió decidida. Era su primer día de trabajo, si apareció en un auto privado, sus compañeros le tendrían envidia.
"Entra", le ordenó en tono cauteloso.
"Tomaré un taxi...".
"No, irás conmigo", la interrumpió decidido.
"¿Disculpa? ¿Ni siquiera puedo tomar un taxi? ¡No puedes controlarme!", replicó ofendida.
"Entra ya. ¿O acaso quieres que te arrastre hasta el auto?", le preguntó acercándose.
¡Era capaz de hacerlo!
Cha observó al conductor y decidió salvar las apariencias.
"Puedo hacerlo sola", contestó con una sonrisa seria.