Capítulo 50
1622palabras
2024-01-09 02:10
—Estarían orgullosos de ambas —agregó Jeremiah.
—Sí —afirmó ella.
Hubo un breve silencio hasta que Jeremiah habló nuevamente.

—Ahora entiendo por qué Dylan se quedó esos cuatro años en Londres, perderte fue el peor error que pudo haber cometido en su miserable vida —sus palabras provocaron una risa divertida en Nora, quien lo miró con diversión.
—Creo que deberíamos volver a la cocina, la comida no estará lista a tiempo si no nos apuramos —se levantó de la cama, pero antes de dirigirse a la puerta, miró a su jefe—. Ah, y lamento no haberle hablado de la relación que tuve con Dylan. La verdad es que no vi relevante hablar del pasado.
Jeremiah se puso de pie, luciendo mucho más alto ahora que estaba cerca de ella.
—No, yo soy el que debería disculparse —se atrevió a decir, dispuesto a ser completamente franco con Nora, o de lo contrario nunca lo haría—. Siento mucho haberlos oído a escondidas, además debo ser sincero, al principio mis intenciones contigo eran otras. Me había acercado a ti para probar si aún le importabas a Dylan y así vengarme de él.
—¿Qué? —le dedicó una mirada de estupefacción —. No tiene sentido.
—Sí, lo sé. Créeme que me siento tan estúpido por haberme cegado por el rencor y... Usarte para llevar a cabo mi venganza —no fue capaz de mirarla a los ojos al decir aquello.

—¿Usarme? —repitió Nora, evidenciando el efecto que habían causado en ella sus palabras —. ¿Es decir que todo este tiempo me has estado utilizando?
Jeremiah comenzó a negar repetidas veces. Temeroso de su reacción.
—¿Qué? No, no. Por supuesto que no es así, o sea, esa era mi intención pero nunca he fingido, todo lo que te he dicho es cierto. Eres una mujer increíble, talentosa que merece estar en mi hotel y si te he dado el trabajo es porque te necesito —tomó ambas manos de Nora entre las suyas y le dirigió una mirada llena de sinceridad —. He sido un tonto, y entiendo si estás enojada por lo que hice...
Nora llevó sus manos al rostro de él y acarició suavemente la mejilla de Jeremiah. En ese momento, Jeremiah la miró intensamente, perdiéndose en sus ojos claros.

—Has sido un tonto, pero agradezco tu sinceridad y franqueza. Así que lo pasaré por alto, no debe afectar nuestro presente —le aseguró ella en un susurro.
Jeremiah sintió el corazón latir con fuerza en su pecho mientras las palabras de Nora resonaban en su mente. Una chispa de felicidad surgió en su interior al darse cuenta de que ella sentía lo mismo por él.
—¿No estás enojada? —inquirió él.
—¿Por qué habría de estarlo? No has estado fingiendo nada. Sé que sus sentimientos eran auténticos. Lo pude percibir en sus ojos —señaló, observándolo detenidamente.
—¿De veras? ¿Y qué era lo que veías en mis ojos? —se acercó lentamente hacia ella.
—¿No lo sabes? Pensé que eras más astuto, pero me has decepcionado, señor —bromeó, colocando las manos en su pecho para apartarlo.
No obstante, Jeremiah envolvió sus brazos alrededor de su cintura.
—No me llames señor cuando estamos solos. Utiliza mi nombre y, por favor, debes tutearme. Tenemos confianza —pidió él.
—De acuerdo, señ... Jeremiah —corrigió rápidamente—. Supongo que me costará acostumbrarme.
—Intenta no verme como tu jefe cada vez que estamos solos. Piensa en mí como un hombre común y corriente, como cualquier otro —sugirió Jeremiah y ella asintió.
—Supongo que es más fácil así, ¿no?
—Hay algo más que podría funcionar —su mirada bajó a sus labios y luego regresó a sus ojos.
—¿A qué te refieres? —ella pareció no comprender nada.
—Esto —eliminó la distancia entre ellos, permitiendo que sus labios se encontraran nuevamente.
Esta vez en un suave beso que sellaba el comienzo de algo nuevo. El mundo a su alrededor desapareció mientras se sumergían en ese beso cargado de deseo y anhelo.
El tiempo se detuvo para ellos en ese momento, y fue en ese beso donde encontraron la confirmación de sus sentimientos. Se separaron lentamente, pero sin alejarse demasiado, queriendo estar cerca el uno del otro.
Jeremiah acarició el rostro de Nora con ternura, maravillándose de poder tenerla tan cerca. Ella sonrió, contagiándolo con su propia alegría y dejando atrás cualquier rastro de enojo que pudo haber sentido.
—Nora, anhelo explorar lo que hay entre nosotros y descubrir la felicidad en conjunto —susurró Jeremiah, acercándose lentamente a ella para sellarlo con un nuevo beso.
No obstante, Zoe irrumpió en la habitación a toda prisa y se detuvo en seco al descubrir a su madre junto a Jeremiah. Frunció el ceño, evidenciando su descontento al verlo allí. Se adelantó hacia ellos, con los brazos en jarras, y preguntó en un tono desafiante.
—¿Qué hacen ustedes solos? —su voz los separó de manera abrupta.
Nora miró a su hija con una mezcla de sorpresa y enfado. Era consciente de que Zoe no era la mayor admiradora de Jeremiah, pero también sabía que su astuta hija comprendía más de lo que aparentaba.
—Cariño, ¿qué te he dicho acerca de no entrar a ninguna habitación? —le recriminó su madre.
—Dijiste que solo entraría si estabas allí, pero te busqué por todas partes y no te encontré —le reprochó la niña.
Jeremiah se agachó para estar a la misma altura que Zoe y le ofreció una sonrisa amable. Sin embargo, la pequeña no respondió de la misma manera, sino que cruzó los brazos sobre su pecho.
—Princesa, tu madre y yo estábamos simplemente... hablando y aclarando algunas cosas. ¿Hay algo que quieras saber? —preguntó, tratando de ser lo más amable posible.
Zoe lo miró desconfiada, pero también con curiosidad. Decidió plantear su pregunta con cuidado.
—¿Por qué estaban tan cerca? Mamá, ¿te gusta él? Pensé que Eliot era tu único amigo.
Nora se atragantó con su saliva al escuchar eso. Estaba sorprendida por la inteligencia de su hija. Nunca esperó que le preguntara algo así.
Por otro lado, Jeremiah sintió una oleada de celos al escuchar mencionar al Chef.
—¿Amigos? —miró a Nora, pero ella lo ignoró y se sentó en la cama.
Aunque se sintió un poco avergonzada por la franqueza de Zoe, Nora decidió ser sincera.
—No hay nada de malo en tener varios amigos, cariño. Pero la diferencia es que a mí me gusta Jeremiah de una manera especial...
—¿No te gusta Eliot? —preguntó rápidamente.
—Sí, pero no de la misma manera que a Jeremiah —Zoe parecía no entender, así que Nora decidió explicar mejor—. Mira, pondré un ejemplo sencillo. Tú tienes varios juguetes, pero generalmente juegas más con una muñeca en particular porque es tu favorita. Sin embargo, eso no significa que ignores a los demás juguetes, ¿entiendes?
—No, los quiero a todos —respondió Zoe captando el punto.
—Exacto. De la misma manera, aprecio mucho a mis otros amigos, pero he encontrado a mi amigo favorito —inclinó la cabeza mirando a su jefe—. Jeremiah ha demostrado ser una persona especial y estoy dispuesta a darle una oportunidad en nuestras vidas. ¿Qué opinas al respecto?
Tomó a su hija entre sus brazos y la acomodó con cuidado en su regazo.
—Pero él no es mi verdadero papá —susurró Zoe, alzando la cabeza para mirar a su madre—. ¿Puedo tener un papá de mentira, aunque no sea mi progenitor?
Nora y Jeremiah intercambiaron una mirada, sin saber cómo explicarle a la niña todo lo que podía llegar a comprender. Zoe los observó, esperando que le respondieran.
—Bueno, resulta que... —comenzó Jeremiah sin saber muy bien que decir, pero Nora se adelantó a hablar.
—A veces, lo que realmente importa no es si somos parientes, sino el amor que nos une. En ocasiones, las relaciones de sangre no son tan importantes como el cariño y la conexión emocional que compartimos —explicó su madre, mientras Zoe prestaba atención a sus palabras—. Es el amor, ese sentimiento genuino y profundo, lo que realmente crea lazos fuertes, sin importar si somos familia o no.
Asintiendo en acuerdo, Jeremiah pensó en la idea de ser una figura paterna para la hija de Nora, a pesar de no ser su padre biológico. No le parecía tan descabellado después de todo. No obstante, no podía hacer promesas que posiblemente no cumpliría en el futuro.
—Zoe, quiero demostrarte que puedo ser un buen amigo para ti y que siempre estaré aquí para ti y tu mamá. Espero que me brindes la oportunidad de conocernos mejor y llevarnos bien, ¿te parece? —le dedicó una de sus mejores sonrisas, pero la niña parecía no ser fácil de convencer.
Zoe frunció el ceño y se cruzó de brazos. Aunque era joven, su inteligencia rivalizaba con su sagacidad. Miró a su madre y luego a Jeremiah antes de responder.
—Está bien, pero solo si prometen nunca hacerme sentir menos importante. También quiero muchos besos y abrazos; eso deben compartir —exigió.
Nora y Jeremiah intercambiaron miradas llenas de diversión y asintieron en acuerdo. La niña era realmente ingeniosa.
—Zoe, eres lo más importante en mi vida. Jamás permitiré que te sientas menospreciada. Te amo y siempre estaré allí para ti —prometió Nora, con solemnidad.
Jeremiah asintió en señal de aceptación.
—Yo también tengo mucho amor para dar, Zoe, y eso incluye siempre respetarte y valorarte como la persona única y especial que eres para tu madre.
La pequeña Zoe sonrió, pareciendo satisfecha con las respuestas que había obtenido. Extendió su mano hacia Jeremiah, como si estuvieran cerrando un acuerdo vital.
—Está bien, vamos a darle una oportunidad, pero me aseguraré de estar vigilándolo de cerca —entrecerró los ojos hacia Jeremiah y él le estrechó la mano con una sonrisa.
—De acuerdo, Zoe. Estaré aquí para ganarme tu confianza y demostrarte que soy alguien en quien puedes confiar —aseguró.