El punto de vista de Adriana
"Usa esto esta noche", dijo Dexter, entregándome un vestido corto, negro y sin mangas. Se lo arrebaté, sintiéndome molesta porque permitió que estuviera encerrada en esta vieja habitación durante tanto tiempo y entrecerré los ojos antes de alejarme de él.
“Lo siento, pero no podíamos acogerte en nuestras habitaciones. Hay una ventana y creímos que una mona podría aprovecharla para lanzarse y huir", bromeó. Claramente, su intención era ponerme nerviosa, pero me mantuve serena.
"¿Puedes salir? Necesito vestirme", murmuré. De repente, sentí un suave gruñido en mi estómago y fue entonces cuando recordé que no había comido nada en todo el día, ya que nadie me invitó a almorzar o tomar té.
"¿Tienes hambre?", preguntó Dexter. No respondí en absoluto. “Lo siento, no estamos acostumbrados a tener invitados. De todos modos, no tenemos alimentos sólidos", agregó dando un paso adelante y acariciando mis mejillas con fuerza.
“No me toques…”, ordené enojada. Ante esto, él levantó una ceja y sonrió.
“¿Desde cuándo andas de mal humor, cariño? Cuéntame, ¿ya te acostumbraste a vivir con unos monstruos chupadores de sangre como nosotros?", preguntó con sarcasmo. Lo miré disgustada y se disculpó: "Lo siento".
"Vete, necesito cambiarme", murmuré.
Alborotó su cabello y preguntó: "¿Tienes algún problema en cambiarte enfrente de mí?". Asentí con la cabeza, estremeciéndome ligeramente ante sus palabras. Entonces, sonrió y se me acercó, diciendo: "Vale, vale. Recuerda que después del evento debes regresar con nosotros, ¿entendido?”.
Después de unos segundos de silencio, pregunté: “¿Y si no lo hago?”. Al instante, su expresión suave se volvió seria.
"Entonces te obligaré, cariño, ¿no es obvio?", dijo en voz alta, mientras agarraba mi muñeca con tanta fuerza que no pude evitar hacer una mueca de dolor. “Escúchame con atención, Adriana. Necesito que esta noche obtengas algo de Draven. Incluso si algo sale mal, de todos modos, asegúrate de regresar conmigo o me encargaré de que te arrepientas”, amenazó enfatizando cada palabra. De repente, se inclinó para mirarme a los ojos y un miedo indescriptible invadió mi ser.
“Entendido…”, contesté con voz temblorosa, mientras él me miraba fijamente antes de soltarme. "¿Qué tengo que hacer?", pregunté. De repente, retrocedió un poco y comenzó a explicarme con una sonrisa fría.
....
"Llegamos", dijo Dexter. Enseguida, ambos salimos de la limusina y nos detuvimos cerca de la mansión de los hermanos Ardelean. "No olvides lo acordado, Adriana", dijo, agarrando mi muñeca.
Después de mirar a los chicos, le pregunté en voz baja: "¿Qué?". Luego, me giré para mirarlo a él y, tras descubrir que sus fascinantes ojos azules estaban fijos en mí, me quedé hipnotizada.
“Si alguno de los hermanos Ardelean trata de ponerte un dedo encima, defiéndete, o huyes, pero no permitas que te toquen, ¿entendiste? Grita pidiendo ayuda si es necesario", ordenó Dexter. No tuve otra opción más que asentir.
"Muy bien, mascota", dijo Cony sonriendo.
"Pero, ¿qué pasaría si...?", dije con voz temblorosa y con el pulso acelerado.
"Por cierto, no le des explicaciones a nadie esta noche. Si preguntan, diles que querías pertenecer a nuestro grupo", interrumpió Dexter, agarrando mi barbilla para obligarme a mirarlo. “Aunque te descubran, por nada del mundo menciones nuestras intenciones, ¿entendiste?”, advirtió, mientras sentía que la respiración se me entrecortaba. "Por último, pero no menos importante, asegúrate de volver conmigo, cariño", terminó. Asentí, sintiendo que mi sangre hervía por tanta indignación. Sin embargo, no tenía otra opción más que acatar órdenes.
“Date prisa, nena. Los humanos ya están en el evento", dijo Zavier. Me agarré el vestido y miré a Dexter, quien asintió con una cálida sonrisa.
“Todo debe salir perfecto esta noche. Adriana, recuerda lo que hablamos. Si todavía quieres vivir, entonces obedece", dijo, mientras los demás chicos se reían entre dientes antes de asentir. "Vámonos", agregó. De repente, tomó mi muñeca y prácticamente me arrastró dentro de la mansión. Cuando la puerta se abrió, vi al mayordomo sorprenderse al verme, pero rápidamente me di la vuelta y dejé caer mi cabello sobre mi rostro mientras Dexter apretaba mi muñeca.
"Bienvenidos", dijo. Conforme entrábamos y recordaba la misión encomendada para esta noche, sentía que mi corazón latía cada vez con más fuerza.
“Solo si encuentras y me traes la caja roja que está escondida en la habitación de Draven, te concederé tu libertad", las instrucciones de Dexter estaban claramente escritas en mi mente. Suspiré, miré a mi alrededor y vi a hombres y mujeres riendo y charlando mientras nos dirigíamos hacia el salón de baile donde todos nos esperaban. De repente, vi a Finn adelante y mis manos comenzaron a temblar; sin embargo, pronto noté que él tenía los ojos clavados en una hermosa joven, así que suspiré aliviada.
Aunque fingía estar tranquila, en el fondo, no podía evitar preguntarme qué tan significativa era la caja que Dexter me encomendó encontrar. ¿Qué contenía? ¿Algún tipo de pulsera Vervain? “Procura que nadie te vea”, me susurró Francis. Me giré para mirarlo y, tras ver que su traje estaba desabrochado hasta la mitad, me sonrojé un poco. Al instante, asentí, abrí un paso entre la gente y me dirigí hacia la habitación de Draven. Una vez que llegase, debía esperar hasta que Dexter me diera la señal para que finalmente pudiera tomar la caja.
“Tranquila, Adriana. Pronto conseguirás tu libertad y podrás...".
"¿Adriana?", la voz de Vincent interrumpió mis pensamientos, provocando que mis pies se congelaran. Sintiendo los nervios de punta, me giré para mirarlo y retrocedí un poco. "No, no, es imposible que me hayan descubierto tan pronto", pensé.
"¿Qué estás haciendo?", me preguntó. De repente, vi que Finn, Alaric, Kevin, Edward y Raymond caminaban hacia nosotros y fue entonces cuando sentí que el mundo se me venía encima.
"¿Adriana?"
"¿Dónde has estado?"
“¡Te estuvimos buscando por todas partes!”
"¿Estás herida? ¿Qué sucedió?"
Justo cuando Edward iba a tomar mi mano, lo aparté de inmediato y vi que los chicos me miraron sorprendidos.
“A... aléjate de mí…”, me atraganté, recordando que debía seguir cada orden de Dexter. Por el rabillo del ojo, noté que Dexter me asentía con la cabeza y me quedé en shock cuando de repente desapareció de su posición. ¡Santo Dios! ¿Qué planeaba hacer ahora? ¿Qué se supone que debo hacer yo?
"¿Pasa algo?", preguntó Vincent con preocupación mientras tomaba mis hombros, pero yo los aparté y espeté: "¡No me toques!"
Como era de esperarse, nuestra conversación llamó la atención de la gente. Entonces, intenté controlarme y tartamudeé: "P-por favor, no te me acerques...". Estaba a punto de comenzar a correr cuando alguien me agarró la muñeca. Levanté la mirada con el Jesús en la boca y descubrí que Draven me miraba fijamente transmitiendo un sin fin de emociones.
"¿Dónde diablos has estado?", preguntó furioso. Luché por liberarme de su agarre, pero fue inútil.
"¡Suéltame! ¡Déjame ir, Draven!", espeté, cerrando los ojos y tratando de apartar mi mano. No quería contraatacar, pero lamentablemente, no tenía otra opción.
"¿Qué te pasa?", cuestionó cuando retiré mi mano. Negué con la cabeza varias veces y mi mente se quedó en blanco por unos segundos.